Agian pixka bat berandu dator artikulu hau baina ez dut nahi nire burutazioak zuekin partekatu barik utzi.
Efectivamente, como comprobaréis tras su lectura, este artículo puede llegar un poco tarde pero creo que nos puede resultar interesante como reflexión y aprendizaje para tiempos futuros.
Nos encontrábamos hace unos días con la noticia de la muerte de Sean Connery. Uno de esos míticos actores cuya carrera ha sido deslumbrante. Su filmografía nos lleva desde James Bond hasta el padre de Indiana Jones pasando por el fraile franciscano Guillermo de Baskerville en la inigualable “El nombre de la rosa” .
Durante los días posteriores a su fallecimiento los panegíricos de los medios hacia su persona constataban tanto sus dotes como actor como los lunares negros de su vida privada: su supuesto apoyo, nunca desmentido, hacia cierto tipo de violencia contra las mujeres y su apoyo al independentismo escocés desde su retiro dorado en un paraíso fiscal. Cuestiones ambas que no son desdeñables pero que, visto lo visto, no me causaron tanta sorpresa como otro detalle menor referido al supuesto interés del Manchester United por ficharle cuando tenía 23 años y que no aceptó:
“I realised that a top-class footballer could be over the hill by the age of 30, and I was already 23. I decided to become an actor and it turned out to be one of my more intelligent moves.“
Me explico. Estos días, como respuesta a otra publicación en este blog, Jon recordaba en Linkedin algunas de las ocurrencias que soltaba yo en mis clases. No se si se acordará pero, ante la dedicación que les llevaba a mis alumnos su afición por el fútbol frente a los estudios (entrenamientos, partidos, televisión, el FIFA, el Comunio y lo que es peor, las casas de apuestas), les solía provocar diciendo aquello de:
“Si con dieciocho años no has debutado en el Athletic, deja el fútbol”
Obviamente era una provocación para hacerles pensar en que en este mundo hay muchas más cosas que este fútbol loco en el que nos vemos inmersos desde hace algún tiempo. El deporte siempre es bueno, pero hay muchos deportes.
Una locura que ha llevado, en estos tiempos de pandemia, a chavales de cadetes o juveniles de equipos de barrio o de pueblos de esos que no salen en los semáforos de Osakidetza, a jugar partidos amistosos sin ningún control sanitario y que luego han dado lugar a cuarentenas de equipos completos con su consecuente pérdida de asistencia a las clases.
Algo está fallando en la definición de prioridades de nuestra sociedad cuando priorizamos un partido amistoso entre tuercebotas a la educación que va a ser la base en la que asentaremos nuestro futuro como personas e incluso como sociedad.
Ha tenido que ponerse chunga la pandemia para prohibir este tipo de partidos.
Mira que soy futbolero y forofogoitia del Athletic pero cada vez me ocupo menos de eso que llaman fútbol y se ha convertido en un circo. Creo que no es sano lo que está ocurriendo con nuestros chicos. Lo tenemos que repensar como sociedad.
Sean Connery con 23 años lo tuvo muy claro y, a pesar de ser un buen futbolista, decidió dedicarse a la interpretación y labrarse una gran carrera.
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