El niño con el pijama de rayas. John Boyne. Ed. Salamandra. 2006.
A pesar de que coincido con Noemi en la propuesta de lista de libros que todo el mundo ha leído y no me llama su lectura, he terminado leyéndolo. Este libro llevaba unos días pululando por casa y al final he caído en la tentación (lo siento Noe). Y la verdad, a pesar de todas las recomendaciones y hasta incluso "presiones" del tipo "tienes que leer este libro" me ha dejado un tanto indiferente. Eso si, lo he leido en un pispás. En dos tandas de 50 y 150 páginas. Ris-ras.
El libro nos cuenta el holocausto desde los inocentes y quizás demasiado cándidos ojos de Bruno, hijo de 9 años del comandante que dirigía el campo de concentración de Auschwitz. Para Bruno que deja su hogar y sus amigos en Berlín, el traslado de su padre supone la soledad y la tristeza hasta que encuentra, al otro lado de la alambrada del campo a un niño judío, Shmuel, preso en el campo que se convierte en su amigo. Y hasta aquí puedo leer o mejor dicho escribir.
Me ha parecido un libro plano, demasiado sencillo y previsible. Quizás más dirigido al público juvenil (al que recomiendo su lectura) que al adulto. Creo que puede resultar interesante y útil para el profesor/a que debe tratar esta parte de la historia europea, aunque siempre tendremos el Diario de Anna Franck, la pelicula de Roberto Begnini, La vida es bella o incluso La lista de Schindler.
De cualquier forma, esta lectura me ha traido a la mente la marca que dejó en mi mente la visión, sin saberlo, del campo de concentración de Auschwitz.
Fue hace diez años, en aquel tiempo mi forma física era mucho mejor que ahora y mi espalda me permitía bailar en el grupo de danzas Alkartasuna de Bermeo, con mis amigos de siempre. Casi todos los veranos somos, invitados a mostrar el folklore euskaldun por diferentes zonas de Europa (Portugal, España, Francia, Italia, Alemania, Bulgaria, República Checa, Polonia). Me acuerdo que en 1998 nos invitaron a un festival en Rzeszów al sureste de Polonia. Durante el festival uno de los días nos tocó actuar en O?wi?cim cerca de Cracovia. Ibamos en el autobús, era un día soleado de verano, pero en un momento la visión que teníamos por la ventana del autobús nos resultó aterradora, un gran espacio lleno de pequeños edificios pardos llenaba el paisaje hasta el horizonte. Resultaba triste, encogía el corazón. No sabíamos lo que era y preguntamos a nuestro guía polaco. Era el campo de concentración Auschwitz I (O?wi?cim).
Todavía hoy diez años después no se ha borrado esa imagen de mi retina.
Noe
No pasa nada. Te perdono la vida. Yo también claudico muchas veces: acabo de coger “Brooklyn Follies” (¿se escribe asÃ?) de Auster, y eso que me juré a mà misma que never more.
Yo estuve una vez en un minicampo de concentración (eso sÃ, con su camarita de gas y todo) en Alsacia, y casi me pongo enferma, asà que no quiero ni imaginar lo que será Auschwitz. Besos.
Carmen
Hace tiempo que leà el libro y me pareció de una inocencia excesiva. Como tú dices previsible y con personajes desdibujados, también a mà me dejó un tanto indiferente y asombrada de su éxito.
Administrator
Gracias chicas por vuestros comentarios.
¿No creeÃs que el éxito de este libro (y otros parecidos) proviene de que no hace pensar? Te da el enunciado del problema y la solución. ¿No nos estamos acostumbrando a este tipo de textos, pensados más para el cine que para hacer pensar al lector/a?
Iker Sagasti Markina
Comparto Josu contigo 100% lo profundo que se graban esas imágenes y lo inhóspito del lugar :-S No olvidaré nunca las lágrimas de un neonazi, llorando desconsoladamente como si fuese un bebé. Que cosas tiene la vida, verdad?